Wednesday, 16 September 2015

Algunas personas creen que los alimentos ricos en grasas o azúcar pueden ser adictivos, lo que hace que las personas los consuman en exceso, favoreciendo así la obesidad. ¿Debe darse a estos alimentos el mismo trato que al alcohol o al tabaco? ¿O estamos confundiendo los términos “adicción”, “ansia por la comida” y “trastornos relacionados con la alimentación”?
La adicción se caracteriza por el uso compulsivo de una sustancia, su consumo incontrolado y la existencia de síntomas del síndrome de abstinencia (como ansiedad e irritabilidad) cuando se impide el acceso a dicha sustancia. Las personas que padecen trastornos alimentarios, como trastorno por atracones compulsivos, bulimia nerviosa y anorexia nerviosa, suelen mostrar estos síntomas, lo que sugiere que existen similitudes entre el modo que tiene el organismo de reaccionar ante el uso de las drogas y la alimentación compulsiva.
Se cree que en el cerebro hay vías comunes que son las responsables de la sensación de placer derivada del consumo de alimentos y el uso de drogas. Por ejemplo, estudios realizados en ratas de laboratorio muestran que el consumo excesivo y repetido de azúcar puede sensibilizar los receptores cerebrales a la dopamina (una sustancia que se produce en el cerebro cuando experimentamos placer) de modo similar a lo que ocurre al abusar de drogas ilegales. Los estudios realizados en personas mediante técnicas de neuroimagen, que permiten ver imágenes de la estructura y el funcionamiento del cerebro, también indican que existen similitudes entre la respuesta fisiológica que se produce en anticipación a una comida apetitosa y al abuso de drogas. Por ejemplo, se libera dopamina en las mismas regiones cerebrales.
Un grupo de investigadores ha descubierto que el ansia de comer, activa las redes cerebrales de manera diferente en obesos que en las personas con un peso normal. Esto indicaría que la tendencia de querer comer estaría conectada al cerebro de pacientes con sobrepeso y se convertiría en un biomarcador funcional del cerebro.
Estudios realizados recientemente han empezado a sugerir que los mecanismos subyacentes en la obesidad pueden ser similares a los de la adicción a una sustancia, y que los tratamientos pueden ser abordados de la misma manera que otras adicciones, como a la droga o el alcohol. Por ello, un grupo de investigadores de la Universidad de Granada, en España, y la Universidad de Monash, en Australia, han buscado las diferencias de conectividad cerebral en el sistema de recompensa del cerebro de gente obesa y con un peso normal.
Los investigadores proporcionaron comida al estilo buffet a 39 personas obesas y a 42 con un peso normal. Después se sometieron a imágenes de resonancia magnética mientras les mostraban fotografías de comida para estimular el ansia de comer. Las imágenes señalaron que ésta estaba asociadas a una diferente conectividad cerebral, dependiendo de los dos grupos de sujetos.
Descubrieron que en los individuos obesos, la estimulación al ansia de comer estaba asociada a una mejor conectividad entre el caudado dorsal y la corteza somatosensorial, implicada en los hábitos basados en la recompensa y la codificación del valor energético de los alimentos, respectivamente. Sin embargo, en los sujetos sanos, esta ansia de comer se asociaba a una mejor conectividad entre diferentes partes del cerebro, el putamen cerebral y la corteza orbitofrontal.
Tres meses después, los investigadores midieron el índice de masa corporal (IMC) y descubrieron que un 11 por ciento del peso que habían ganado las personas obesas se podría predecir por la presencia de un aumento de la conectividad entre el caudado dorsal y la corteza somatosensorial. Los investigadores,  señalaron que hay controversia sobre si la obesidad debe calificarse como adicción a la comida. En este estudio señala que el procesamiento de la recompensa que se da tras los estímulos alimenticios en personas obesas se asocia a cambios neuronales similares a aquellos encontrados en las adicciones a determinadas sustancias. Y además añaden: Estos descubrimientos proporcionan biomarcadores cerebrales potenciales que podrían usarse para ayudar a gente obesa, como por ejemplo con técnicas de estimulación farmacoterapéuticas y cerebrales que ayuden a controlar el consumo de comida en situaciones clínicas.

Más información:www.doctorcampuzano.com

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